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viernes, 28 de agosto de 2009



EXILIADOS
Acabo de leer un artículo que habla del exilio y me ha causado un gran impacto. Somos exiliados, desde el principio de los tiempos. No hemos hecho otra cosa que ir de un lado a otro expulsados por distintas razones. En África, hace casi dos millones de años, unos cuantos de nosotros, tuvimos que alzar la mirada y preguntarnos qué habría más allá, y hacia ese lugar ignoto, lleno de pesar y miedo, dirigimos nuestros pasos. Cuenta la Biblia , y todos sabemos que es uno de los libros más apasionantes que se han escrito, que Ella y Él se miraron sorprendidos porque supieron, sin que les cupiese la menor esperanza, que sus días en aquel paraje alegre y juguetón habían terminado. Abandonar la niñez cuesta tanto...
Miles de seres dejan sus valles, montañas, desiertos o ciudades para caminar hacia lo desconocido. La mayoría de las veces su camino conduce al horror, la desesperación, o lo que es peor, al olvido.
Nosotros, ciudadanos de primera, viajeros que descansan su hastío en vagones almohadillados, donde sólo los reyes ponen los pies, nos alejamos igualmente. No nos movemos, viajamos varados en nosotros mismos. Fuimos aceptando el exilio de las ideas más queridas, de los sueños que se gastaron de no usarlos, de la juventud que los produjo, de los sentimientos que creimos eternos...
Incluso de ti, amigo desconocido, vivo desgajada, No sabes quién soy ni cuál es mi exilio obligado. Nada sé de tu voz, ni de la fuerza de tu abrazo. Nada sé de nada.

4 comentarios:

Manuel dijo...

"No nos movemos, viajamos varados en nosotros mismos".

¿Como es posible resumir en estas pocas palabras una verdad tan antigua como la existencia de la vida?.

Gracias una vez más, Sol, por estar aqui, derramando tanta belleza para que, lo de infanteria, podamos disfrutar.

con todo mi cariño, te dejo un beso lleno de admiración.

Anónimo dijo...

Sabía quien vendría...Escritora, creadora, ensayista de primera...Así entras, trayendo de la mano la Historia de la Humanidad, poniendo palabras en el acompañamiento del eterno viaje...el de los que quieren - y necesitan - ir más allá. Por eso nosotros, tan exilados como tu, también te necesitábamos, para que Escritores en Red de un salto sobre si mismo. Y tu voz sea la nuestra.
Con mi profundo cariño.

Emilio

Santiago Solano dijo...

Estimada Sol.

Yo también soy exilado de tu infancia.

¿Te acuerdas cuando salíamos de la escuela y nos liábamos a mamporros - para divertirnos, claro -, cuando nos metíamos en la selva del río a cazar gusarapos, para que luego los pescadores nos dieran unas perras, cuando no nos comíamos la tortilla de habas y nos encerraban dos días a pan y agua en el cuarto oscuro, arriba de la escalera, cuando nos metíamos bajo el volquete que descargaba la tierra del carbón, a la carrera, pisando aquel suelo deslizante, para sacarnos un duro, medio para padre, medio para tabaco, cuando íbamos a la verbena a tocarles el culo a las chicas, y ellas se volvían, muy serias, como señoritas de postín, y nos advertían, e incluso algunas veces nos abofeteaban, cuando nos sacamos el carné de pobres para el comedor de las monjas, el que estaba al lado de la universidad, cuando el deporte nacional era correr delante de los grises?

Yo también, gracias a tu texto, me siento hoy exilado de todas las infancias y de todos los exilados. Yo también comparto hoy contigo el dolor de la ausencia de tu voz, de las voces, en este lado de la frontera del tiempo que se ha ido para siempre.

Gracias Sol, por estas tus palabras.

Nelken Rot dijo...

De tanto andar el caminante se preguntó por su origen; su lugar de pertenecencia. Descubrió que lo difícil es enraizar; vestir la camisa del hombre feliz que ve todos los días ponerse al sol desde la misma tierra. Los hay que migran con camellos, mulos o en patera ellos y ellas conocen el éxodo en sus piernas, lo reconocen día a día y a muchos les mandan ir de vuelta. Pero hay otros, y hay otras, que se piensan estables y andan de tienda en tienda, de restaurante en restaurante, apretujando agendas, moviéndose incansables en 4x4 o descapotables. Ellos no saben que también son exiliados. Enclaustraron su corazón y ahora buscan au pair para sus hijos, una casa en la playa de Marruecos, buscan comida en restaurantes porque hace tiempo que perdieron su raíz. Emprenden el éxodo, desconocen quienes son y se quedan con la máscara de una marca que les identifica, borraron su esencia, y ahora todos somos de Desigual.

Un placer leerte Sol. ;-D Vera